11 de enero de 2010

Los hombres que no amaban a las mujeres

Hace algunas semanas, una amiga me regaló "Los hombres que no amaban a las mujeres", primera parte de la Trilogía Millenium, de Stieg Larsson. Tardé varias semanas en hacerme el ánimo a leerlo, pues no me causan emoción los best sellers. En parte, me motivó el entusiasta artículo que Mario Vargas Llosa publicó en El País, en el que resaltaba que pese a los errores estructurales de la narración y a la jerga madrileña de la traducción, se trataba de una novela muy entretenida.
Es obvio que Larsson no era un escritor 100% dedicado a la escritura de ficción. Sin embargo, me pregunto qué tanto de los fallos de estilo se deben más a la mala traducción que al escritor mismo. La novela tiene varios yerros evidentes: fallos de estilo, lugares comunes, mala traducción, muletillas. Pero... ¿esos gazapos serán culpa de los traductores o Larsson demostró su poco oficio? No lo sé, pero no me parece que sea muy inteligente y pulida una traducción que deja pasar la muletilla "acto seguido" al menos unas 100 veces. Algo más: es una novela bastante larga: 665 páginas. Para alguien con afición a la lectura de novela negra y policíaca es evidente que no se necesita alargar artificialmente la trama para atrapar al lector, cuando abundan las novelas que son excelentes sin ser largas.
Pese a todo, la novela vale la pena. La trama se sostiene... en todo momento uno quiere saber qué sigue, qué pasará a continuación. Creo que hay dos razones para el éxito de la novela: uno, la acertada delineación de los personajes. Y dos, la fuerte crítica social que implica la trama... el estado de bienestar nórdico, los políticos, industriales, financieros, periodistas, la familia... Larsson no deja títere con cabeza. Definitivamente, queda uno invitado a leer los siguientes dos tomos.
Para terminar, hay un tercer factor que me hizo tenerle respeto al finado autor de la saga: casi al final, en la página 651, hay un párrafo que nos revela la excelente salud mental de Larsson, ya que es evidente que no se tomaba en serio y se autocriticaba. Lo voy a transcribir, pues no implica revelar detalles del final de la novela: "Constató que el libro era lo mejor que Mikael había escrito jamás. El contenido pecaba de cierta desigualdad desde un punto de vista estilístico, y en algunas partes el lenguaje resultaba pésimo - no había tenido tiempo para cuidar el estilo - pero Mikael había disfrutado de lo lindo escribiéndolo; todo el libro estaba impregnado de una rabia que no le pasaba desapercibida a ningún lector."

No hay comentarios: